miércoles, 1 de junio de 2016

La cueva de Bencomo en Tamaide

Tal como comentamos en la crónica anterior, es tradición oral que el Mencey Benitomo o Bencomo, tenía dos lugares donde residir en el norte de la isla, el primero ya lo describimos en la crónica anterior y era la llamada Cueva de los Siete Palacios, situada en el Acantilado de Martiánez, en el municipio del Puerto de la Cruz. La otra cueva, en la que según la tradición pasaba las tres cuartas partes del año, se hallaba situada en Tamaide, en el municipio de Santa Úrsula.
En esta nueva crónica vamos a narrar como era esta cueva, pues aunque no está en nuestro municipio, ha sido llamada de forma muy similar a la que describí en la crónica anterior, aunque como veremos las diferencias entre ambas son muy sensibles.
Aunque el lugar está claramente situado fuera del Puerto de la Cruz, creo oportuno incluirla en este bloc de crónicas portuenses, primero porque alude a la vivienda principal del Mencey Benítomo, el último gran Mencey guanche y segundo y quizás más importante, porque el autor del artículo en que se describe la morada principal del Mencey citado, es José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883), una de las más ilustres figuras del Puerto de la Cruz, hombre dotado de una enorme sed de saber y poseedor de un enorme conjunto de conocimientos, que bien merece que nuestro municipio le dedique una estatua, ahora que su familia ha donado a la Universidad de La Laguna, todo lo que escribió y dibujó, para que pueda ser disfrutado por la actual y las sucesivas generaciones de canarios, pues su pluma abarcó gran variedad de temas referidos a la mayor parte de las Islas Canarias. 
Autorretrato de José A. Álvarez Rixo a la edad de 24 años. Fondo A. Rixo. Universidad de La Laguna
José Agustín Álvarez Rixo
El artículo que voy a transcribir a continuación, termina con la frase “NOTICIAS POR J. AREZVAL”, pseudónimo tras el que se oculta el cronista portuense José Agustín Álvarez Rixo, que utiliza un juego de palabras para dificultar su identificación, cosa que por otra parte, no creo persiguiera con mucho ahínco, pues a esta frase le sigue una cortés despedida tal como De V. atento S.S. = El Guanche Tabengor y si hubiera querido ocultar su identidad con esta última frase hubiera bastado. 
La primera palabra de la firma da una pista importante, pues es la inicial de su primer nombre J. (José) y la segunda palabra da la clave del autor, pues un pseudónimo que permite fácilmente su identificación, pues sin más que cambiar el orden de las letras AREZVAL del pseudónimo, aparece su auténtico apellido ÁLVAREZ
Tamaide o Cueva Palacios
El artículo que voy a reproducir fue publicado el 24 de diciembre de 1839 [1], es decir, menos de un mes antes de que saliera el que comentamos en la crónica anterior, y que estuvo dedicado a la Cueva de los Siete Palacios que según la tradición, el Mencey Bencomo usaba para veranear en el Puerto de la Cruz.
El artículo comienza con una introducción de A. Rixo que dice así:
Sr Editor del Conservador
Valle de Taoro. Diciembre 24 de 1839
”Al ver la irresolución de mis paisanos en proporcionar materiales para la historia, séase excitándose por medio de este Periódico, o bien asociándose algunos sujetos instruidos para dar fomento a la empresa, me he resuelto entretanto a comunicar a V. algunos artículos que me parecen curiosos, sacados de ciertas memorias o noticias y pinturas misceleanicas reunidas por un compatriota, los cuales al fin podrán ser colocadas en el lugar que les corresponda”.  
La introducción parece por un lado, una invitación a las personas más capacitadas en historia canaria a escribir más artículos sobre este tema, y al mismo tiempo una justificación de su resolución para tratar de provocar que se animasen, comenzando A. Rixo por escribir al primer artículo. Reproduzco a continuación íntegramente el artículo que titula Tamaide o Cueva Palacios".
Tamaide o Cueva Palacios, es la gruta que sirvió de habitación al virtuoso Quevehí Bencomo [2], Mencey de Taoro; hállase ésta situada a corta elevación de la ladera al nordeste de La Orotava, a orillas del Barranco del Pinito, en la parte en que éste hace un salto semicircular, formando un aprisco natural y cómodo para ganados.
Benitomo, Benchomo o Bencomo, como actualmente se le conoce, Mencey de Taoro
Consta el alojamiento de dos cuevas o más bien diré tres. En la primera forma el risco una especie de pórtico irregular vuelto al sudoeste, desde el cual agachándose un poco se pasa a la gruta, que tendrá siete varas [3] de diámetro desigual; y cuyo techo apenas tiene el alto de un hombre regular. Del lado del sur, se halla un boquerón o pasadizo de cosa de dos varas de ancho y poco más de una del alto [4]que comunica a la segunda estancia, la cual tiene techo alto y despejado, casi toda descubierta por el lado del poniente, y que en aquellos tiempos o no lo estaría porque no se habrían desplomado las peñas que la cerraban, o sus dueños tal vez la cubrirían con cañizos, pieles u otras materias. Desde esta se pasa debajo de un arco a la tercera,  más corta que las otras y más descubierta en el día también; siendo el todo formado por el risco firme. El piso de estas grutas está ahora escabroso, descubiertas las peñas, lo que no es extraño, cuando sabemos las costumbre de nuestros aldeanos de escarbar las cuevas que fueron de guanches para con su suelo abonar las tierras.
Cueva del Rey Bencomo. Tamaide. Santa Úrsula. Foto Melchor Hernández Castilla. 2011
La subida a este sitio es algo incómoda y dificultosa para personas que ya carezcan de agilidad, pero quizás antiguamente no lo sería tanto; y el contorno produce la  hierba singular llamada chajora o tajora [5], de donde probablemente se derivaría el nombre de Menceyato de Taoro, que se le dio a todo este valle, aunque igualmente pudo provenir del Tagoror, sitio en el que se celebraba el consejo. 
Sideritis Brevicaulis, chajora, endemismo canario del Macizo de Teno. Tomada de Wikipedia
Este fue el domicilio de un soberano dignísimo de serlo y de ser más dichoso también. Humilde y desproporcionado parecerá para su dignidad, pero tal vez en donde toda la redondez de la tierra no habrá un príncipe que tenga su palacio en situación de mejor remate y más acomodada para observar la mayor parte de su imperio, ni que este sea tan delicioso como el que tuvo Bencomo, aunque corto. En efecto, desde el centro de la cueva de Tamaide se gozaba y aún se goza de una perspectiva cuya magnificencia natural no es fácil describir. Descúbrese el hermosísimo Valle de Taoro en toda su longitud, el cual aparece coronado del Teide, y que como que este toca con su cúspide el arco de la puerta de la cueva, o más bien el todo presenta a la vista una cortina mágica la cual parece cubre dicha puerta en la que está pintado en miniatura el Valle, las cumbres y el Pico. Si se sale tres varas más afuera hacia la entrada, se magnifica más la escena, pues se ve también la costa, el batir del mar, la Isla de la Palma y el horizonte, sirviéndole la lejana cima de la última con sus prominencias, de señales seguras para conocer las estaciones del año, según el punto por detrás del cual observaba la ocultación del sol.
Dibujo de parte del Valle de Taoro, Pico de Teide y Villa de la Orotava, vistos desde la Cueva de Tamaide. Autor J. A. Álvarez Rixo. 1837. Biblioteca de la Universidad de La Laguna 
Desde esta deliciosa eminencia veía pacer aquel rey sus ganados y los de sus vasallos, (porque casas u otros edificios no había entonces), sus sembrados, y los daños que podían cometerse traspasando los límites vedados.
Cueva del Mencey Bencomo en Tamaide (Santa Úrsula). Foto A, Benítez, publicada en ABC.
 Subida a Facebook por Melchor Hernández Castilla 
Muy cerca, pero algo más alto, está una fuentecilla de buena agua, y poco más al norte otra larga gruta llamado ahora el bucio, que por tener el piso lleno de piedras caídas, cuesta encorvarse bastante para transitar a su interior que es más largo, en el cual filtra el agua del manantial.
Cueva habitación de Bencomo en Tamaide. Santa Úrsula. Autor anónimo

Lápida recordando a Bencomo. “Mencey Bencomo. Jamás me he sometido a otro hombre como yo. Libre he nacido y así viviré siempre”. Mayo 1494-27 Noviembre 1988. Santa Úrsula

Alegréme mucho de ver este sitio, aunque el recordarme de la historia del Mencey Bencomo y de su Patria, que hoy es la mía, se me tornó en sentimiento contemplando la cruel perversidad de los conquistadores. Que mal pensaría Quevehí Bencomo cuando inocentemente se recreaba  en la vista sin par de sus dominios, que al mismo lado opuesto que veía todos los días, allí los había de perder con la libertad de 25 de julio de 1497! Aquí me decía a mí mismo, estaba la infanta Dácil [6], hija del propio Mencey; más aquí o más allí, estuvo su prisionero el Capitán Gonzalo García del Castillo [7], que admirado de sus buenas prendas, fue después su marido … En fin, Tamaide existe solitaria, pero sus dueños y estos sucesos ya 340 años han pasado por ellos. Sólo se encuentra escrita con giz [8] en el techo de la primera gruta la siguiente inscripción. “Aquí habitó Quevehí Bencomo, Mencey de Taoro, Virtuoso defensor de su Patria, de la cual y de la libertad le privó la codicia de los Españoles en 1497”.
Noticias por J. Arezval
De V. atento S. S. El Guanche Tabengor
La princesa guanche Dácil
A. Rixo en la parte final de su artículo afirma textualmente:”Aquí me decía a mí mismo, estaba la infanta Dácil, hija del propio Mencey; más aquí o más allí, estuvo su prisionero el Capitán Gonzalo García del Castillo, que admirado de sus buenas prendas, fue después su marido…”, en clara alusión a la leyenda de los amores de la princesa guanche Dácil y del capitán castellano Gonzalo del Castillo, que cuenta Antonio de Viana [9] en su obra de larguísimo título “Antigüedades de la Gran Canaria. Conquista de Tenerife y aparecimiento de la imagen de Candelaria. En verso suelto y octava rima. Por el Bachiller Antonio de Viana, natural de la isla de Tenerife", publicada en Sevilla en 1604 y que esencialmente está dedicada a cantar la conquista de Tenerife por los españoles mandados por Alonso de Lugo.
Portada de “Antigüedades la Gran Canaria….”, escrito por Antonio de Viana y publicada en 1602
Según parece la obra fue escrita por Antonio de Viana durante la etapa de sus estudios de Medicina en Sevilla, se publicó en 1602 y según fue un trabajo hecho por encargo de  Juan de Guerra Ayala, señor del Mayorazgo del Valle de Guerra, cuyo mecenazgo se hace notar en su obra cuando en ella se menciona a esta familia, pues queda muy bien descrita y ponderada. 
Busto de Antonio de Viana. Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife
La leyenda de los amores de la princesa Dácil y Gonzalo del Castillo ha llegado hasta nosotros y por esta razón me ha parecido oportuno traer a colación algunos comentarios sobre este personaje, así como sobre la supuesta princesa guanche Dácil, de la que según la leyenda se enamoró Gonzalo García del Castillo estando prisionero.
Según la leyenda la princesa Dácil fue admirada en toda la isla por su belleza y estaba prometida a un guerrero guanche llamado Durimán, de apodo “El Montañés”. Con la llegada de los castellanos, al caer prisionero Gonzalo del Castillo y quedar a vivir con los guanches, el castellano se enamoró de la princesa, que fue la encargada de sanar sus heridas, sufridas según la leyenda en la contienda que los castellanos tuvieron con los guanches. El amor de Gonzalo del Castillo fue compartido por la princesa Dácil que correspondió a sus muestras de afecto, olvidando su compromiso con el guanche Durimán.
            Las costumbres guanches prohibían los encuentros a solas de un hombre con una mujer, y Durimán que después de la llegada del castellano se sentía rechazado por la princesa, pidió que se le formase Consejo a esta última, que fue presidido por el Mencey Bencomo, padre de Dácil y por el gran sacerdote, por haber incumplido la princesa Dácil esta prohibición.
Estatua de la Princesa Dácil, a la entrada de la Villa de la Orotava
Por la acusación grave que se hacía a la princesa de hablar hablado a solas con un hombre, que además era un enemigo del pueblo guanche, Dácil fue encarcelada durante un tiempo para cumplir con la ley guanche. Posteriormente, fue liberada gracias a que unos testigos engañaron al Mencey Bencomo, afirmando que Dácil no había estado nunca a solas con Gonzalo del Castillo, porque siempre estuvo acompañada por otra persona.
            Según la leyenda, tras la derrota de los guanches a manos de los conquistadores castellanos, Dácil que se casó con Gonzalo del Castillo, fue bautizada con el nombre castellano de Catalina y en su matrimonio tuvieron cuatro hijos.
            Creo oportuno afirmar desde ahora, que este personaje de la leyenda  de Dácil es ficticio y que fue utilizado por Antonio de Viana para describir los hipotéticos amores de un conquistador castellano cautivo después de la Batalla de la Matanza, con una princesa guanche. Sin embargo, la leyenda ha permanecido en el imaginario popular y ha trascendido el tiempo, llegando intacta hasta nuestros días.
El conquistador castellano Gonzalo del Castillo
Así como el personaje de Dácil es ficticio, todos los historiadores coinciden en que Gonzalo del Castillo, su enamorado primero y marido después, según A. de Viana al terminar la conquista con la derrota de los guanches, fue un personaje real que según el historiador Leopoldo de la Rosa, no participó en la conquista de la isla de Tenerife sino que llegó a ella, después que ésta terminara. Veamos algunos datos sobre este personaje, muy real, pero usado muy libremente por A. de Viana en su imaginario romance con la supuesta princesa Dácil.
Gonzalo del Castillo fue vecino de Valladolid y tenía sus casas en la calle de la Misericordia, la hoy llamada de San Blas, una de las más importantes de la primitiva población, aunque se ignora la fecha y el lugar de su nacimiento.
Trabajó con don Gutierre de Cárdenas, un noble castellano que estaba casado con una prima hermana del rey D. Fernando el Católico y desempeñó en su casa, los cargos de repostero de la plata y luego de repostero de camas, ambos de extrema confianza que eran cargos desempeñados por hidalgos en las casa de los grandes señores de la corte.
Este personaje jugó un importante papel en la corte pues llegó a ser maestresala de la reina Isabel la Católica. Fue hombre de gran influencia y desempeñó en la corte castellana el cargo de Contador Mayor de la Hacienda Real de Castilla [10].
Fray Alonso de Espinosa (1543-¿?), en su obra “Del origen y milagros de Nuestra Señora de Candelaria”, impresa en Sevilla en 1594, dice: "Y así en llegando el socorro del Duque se partieron para Tenerife. Y a dos de noviembre del dicho año 1494 surgieron en Santa Cruz, donde antes habían surgido, y saltando en tierra asentaron su real con determinación de no salir de la tierra hasta morir o ganarla. Entre las gentes de a caballo que envió el Duque para el socorro fueron Diego de Mesa, Francisco de Mesa, Gonzalo del Castillo...." [11].
Vemos pues citado, el nombre de nuestro personaje como uno de los conquistadores de Tenerife, pero sólo en la segunda entrada de Alonso de Lugo y no en la primera y por lo tanto, no pudo haber sido capturado después de de la Matanza de Acentejo y en consecuencia tampoco pudo haber convivido con los guanches de Bencomo hasta el término de la conquista.
Por otra parte, el nombre de Gonzalo del Castillo figura en la relación de conquistadores de la isla de Tenerife, a la que parece llegó formando parte de las tropas que envió el duque de Medina Sidonia después del descalabro sufrido por Alonso de Lugo en Acentejo.
Según comenta Leopoldo de la Rosa [12], el 12 de abril de 1505, pocos años después de terminar la conquista de Tenerife, el Adelantado Alonso Fernández de Lugo le concedió sus datas de tierra a Gonzalo del Castillo, y lo hizo según sus propias palabras por “haber sido y ser hoy en día vecino y poblador de esta isla, con toda vuestra casa, mujer e hijos y esclavos”.
Estas palabras son clarificadoras, pues hacen referencia a la primera familia de Gonzalo del Castillo, al parecer legítima, que en aquel momento tenía constituida, es de presumir que con alguna mujer guanche, y de la que fueron fruto dos hijos, Francisco y Ana; pero no se conoce el nombre de esta mujer, ni las circunstancias de sus relaciones con Gonzalo.
Es necesario tener en cuenta que los conquistadores llegaron a la isla sin mujeres y que como una consecuencia lógica, su relación con las guanches sobrevivientes a la conquista fue más que natural y lógica. Se conoce con certeza, la unión de muchos de los que participaron en la conquista de la isla con mujeres guanches.
             Al fallecer su primera esposa, Gonzalo del Castillo se casa otra vez hacia 1509, con otra guanche, Francisca de Tacoronte. Una primera pregunta que surge inmediatamente, en relación a esta segunda boda, es ¿cuál era el nombre guanche de Francisca de Tacoronte?. Lamentablemente, los historiadores de la conquista de Tenerife, no han dado respuesta a cuál fue el nombre guanche de Francisca de Tacoronte.
Una segunda pregunta que podría arrojar luz sobre el personaje es la siguiente ¿tenía Francisca de Tacoronte algún parentesco con los menceyes tinerfeños? En torno a esta cuestión, hay algunas importantes pistas que arrojan algo de luz sobre este aspecto. Se sabe que Gonzalo del Castillo tenía estrechas relaciones con dos guanches, llamados don Juan de Tegueste y don Pedro de Tacoronte [13], siendo el segundo primo de Francisca, la mujer de Gonzalo. Aunque parece probable que ésta también tuviese alguna relación de parentesco con el primero, no se ha encontrado ningún dato que lo avale.
Un aspecto adicional a tener en cuenta es que los anteriormente mencionados son citados como don Juan de Tegueste y don Pedro de Tacoronte, y se sabe con certeza que sólo se les dio el tratamiento de “don”, a los guanches descendientes más o menos cercanamente de los antiguos menceyes. Un ejemplo claro lo tenemos en el Mencey de Adexe, que siempre es citado como don Diego de Adexe, al igual que algunos de sus descendientes.
Si bien es cierto, tal como afirma Leopoldo de la Rosa Olivera en su trabajo ya citado anteriormente, que no se sabe a ciencia cierta la genealogía de los guanches mencionados, el historiador se inclina por considerarlos parientes cercanos de los Menceyes de los Bandos de Tacoronte y Tegueste.
Gonzalo del Castillo falleció en 1513, mientras que su esposa Francisca de Tacoronte le sobrevivió siete años, falleciendo en 1520, quedando como descendientes suyos, dos hijos del primer matrimonio Francisco y Ana y un hijo Juan y una hija Inés de su segundo matrimonio con Francisca de Tacoronte.
         Al tenor de las investigaciones realizadas y publicadas por el anteriormente citado Leopoldo de la Rosa, según sus propias y textuales palabras: “Evidentemente, hay un fondo de verdad en la égloga de Dácil y Castillo de Antonio de Viana, que cantó los amores de Gonzalo del Castillo, probablemente añadiéndole episodios de su invención. Podemos preguntarnos a quién de sus mujeres quiso presentar el autor de las Antigüedades bajo el nombre, posiblemente sólo poético, de Dácil. Cuando Viana escribió su obra estaba vivo el recuerdo de un Gonzalo del Castillo, conquistador destacado, que había estado casado con una guanche de la familia de los menceyes. La de memoria más cercana y que reunía estas circunstancias era Francisca de Tacoronte, y ésta creemos debió ser en la que se fijó, es posible que sin saber ni su nombre, el poeta, que con estos elementos construyó uno de los cantos más bellos del poema” [12].          
       Leopoldo de la Rosa claramente se inclina por la hipótesis de que Antonio de Viana hubiese utilizada a Francisca de Tacoronte como imagen para la creación de su personaje literario Dácil. 

 [1]       El Conservador. 24-XII-1839. Santa Cruz de Tenerife. Posiblemente sean las primeras palabras de este artículo las que han inducido a error a algunos periodistas que al escribir sobre la cueva vivienda del Mencey Bencomo la mencionen Cueva de Siete Palacios, nombre que se le dio a la cueva habitación de la Ladera de Martiánez.

[2]       El término Quevehí según José M. Esteban, era el tratamiento guanche que se daba a una persona principal, similar a excelencia.

[3]       Una vara castellana equivalía a 0,836 metros,  por lo que el “diámetro” tenía alrededor de 5,85 metros.

[4]       O sea 1,67 metros de ancho por 0,84 metros de alto.

[5]       Chajora, Chajorra, Tajora o Abajora es el nombre que los guanches daban a la Sideritis brevicaulis, un endemismo canario que suele crecer entre los 5º-90 m de altura y que se encuentra en Tenerife y La Gomera. Para más información véase el trabajo “Álvarez Rixo y sus observaciones al Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias”. Universidad de La Laguna. Revista de Filología, 29-I-2011,  p. 37-72.

[6]       Dácil, fue según la leyenda una de las hijas del Mencey Bencomo, aunque hay autores que opinan que es un personaje inventado por el autor Antonio de Viana.

[7]       Gonzalo del Castillo fue un capitán de las huestes  castellanas de Alonso de Lugo, que fue según una falsa leyenda fue hecho prisionero por los guanches en la Batalla de Acentejo y que convivió con los guanches y se enamoró de la princesa Dácil, hija del Mencey Bencomo.

[8]       Giz, nombre portugués de la tiza.

[9]       Antonio de Viana (1578-¿?). Estudió en Sevilla entre 1595-98 y después se trasladó a Tenerife donde contrajo matrimonio y permaneció hasta 1599. Luego retornó a Sevilla, donde terminó sus estudios de Medicina en 1605, retornando posteriormente a La Laguna. Retorna a Sevilla en 1634 y allí permaneció hasta su muerte, aunque se ignora la fecha de su fallecimiento.

[10]     Los datos sobre D. Gutierre de Cárdenas y su esposa D.* Teresa Enríquez, están tomados de Ballesteros, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, pag. 462; Fz. de Bethencourt, Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía española, II, pág. 310.

[11]     Historia de Nuestra Señora de la Candelaria. Fray Alonso de Espinosa. Sevilla. 1594. El mismo autor publicó otro libro “Del origen y milagros de Nuestra Señora de la Candelaria”, en el que aparece por vez primera una descripción de la isla con sus historia.

[12]     La Égloga de Dácil y Castillo por Leopoldo de la Rosa Olivera. Revista de Historia, Universidad de La Laguna, 115-141, (1990-91).

[13]     En una escritura de arrendamiento de 60 puercas por 4 años por Gonzalo del Castillo se les cita como "don Juan de Tegueste y  don Pedro do Tacoronte", ante S. Páez el 5-1-1509 [A.H.P., Reg.,1509, n.º 9, f.o 614) interviniendo Francisco de Tacoronte como lengua. Vemos que se les da a ambos el "don" y que además interviene Francisco de Tacoronte como "lengua", es decir como intérprete,  lo que indica que aquellos no conocían el castellano.

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